ACUSAN A DOS SOCORRISTAS DE FALTA DE DILIGENCIA EN LA MUERTE DE UN BAÑISTA
La familia del ahogado en una piscina cree que una actuación más rápida podría haberle salvado la vida y pide 138.000 euros de indemnización
DIARIO SUR 26.03.11 - MONTSE MARTÍN | MÁLAGA. VER ENLACE
Dos socorristas han sido acusados de una falta de imprudencia leve en el caso de un bañista que pereció ahogado en la piscina municipal de Antequera en agosto de 2008. El fiscal considera que hubo falta de diligencia en su conducta puesto que no se percataron de que el hombre llevaba un tiempo flotando boca abajo en el agua y tuvieron que ser otros bañistas los que les advirtieran de lo que estaba ocurriendo.
La viuda y los tres hijos de Gregorio Cobos, el fallecido, consideran que su muerte se podría haber evitado con una actuación rápida, por lo piden que los dos vigilantes sean condenados a indemnizarles con casi 138.000 euros.
Los hechos sucedieron el 6 de agosto de 2008 cuando el hombre, de 59 años, se bañaba en la parte menos profunda de la piscina, de 1,5 metros. Los dos socorristas se encontraban en el extremo contrario. En un momento determinado unos bañistas se percataron de que el hombre llevaba un rato flotando boca abajo por lo que avisaron a los vigilantes haciendo gestos de auxilio con las brazos.
El fiscal considera que, «como encargados del cuidado de los bañistas y de eliminar cualquier riesgo para ellos», los socorristas pudieron advertir la existencia de un hombre que estaba inmóvil «durante un tiempo excesivo, por lo que una actuación rápida hubiera evitado el resultado fatal». En ese sentido, el Ministerio Público se apoya en la declaración de uno de los imputados, que declaró ante el juez que al prestarle los primeros auxilios notó que le quedaba algo de vida, si bien ya no tenía pulso, «por lo que una actuación más diligente habría evitado el ahogamiento».
Igualmente, el fiscal se basa en la declaración de una testigo que manifestó que una mujer le pidió que se fijara en un hombre, que estaba en la zona menos profunda de la piscina, porque llevaba «un buen rato flotando boca a bajo» y que, incluso, los niños se acercaban con miedo a tocarlo.
Tanto la empresa explotadora de la piscina como su propietario (el Ayuntamiento de Antequera), las compañías aseguradoras y los dos socorristas alegan que como el fallecido era epiléptico, y no lo comunicó, no existe responsabilidad por parte de los vigilantes.
Sin embargo, el abogado Manuel Huertas, que representa a la familia en este proceso, explica que la autopsia concluye que la causa de su muerte fue la de «ahogamiento por sumersión» (los pulmones los tenía encharcados), por lo que bien podría haberle dado un calambre, un corte de digestión o un mareo, no relacionado con su enfermedad».
Aún así, el conocido letrado asegura que si a la víctima le hubiera dado un ataque de epilepsia, habría sufrido convulsiones y espasmos, que hubieran llamado la atención de los bañistas, «pero nadie vio nada de eso», agrega.
No obstante, Manuel Huertas afirma que «fuere cual fuere la causa de la muerte, lo cierto es que este hombre falleció por ahogamiento y tuvo que tragar agua hasta su muerte, ya que durante el tiempo que permaneció inmóvil flotando boca abajo en la piscina estuvo respirando agua y los socorristas no se dieron cuenta».